Uno de los tantos entrevistados amigos del Maestro Escalona dijo: “Rafa exaltaba la amistad”. De inmediato pensé: “qué bueno que dijeran eso de uno”.
Para mí ser buen amigo es una tarea obligatoria de todos los días que pese a las dificultades, diferencias, distancias y circunstancias que pueden hacerla parecer imposible de llevarla a cabo; resulta reconfortante para el alma ver cómo la otra persona la reconoce y resulta aún más satisfactorio sentir que se es correspondido.
Diferente a algunas personas que conozco, quienes desafortunadamente no cuentan con suerte (y las entiendo); yo puedo declararme absolutamente bendecido por encontrar a dónde voy excelentes amigos: leales, sinceros, inteligentes, alegres, positivos, se les ve la alegría de vivir y sobre todo: que comparten conmigo y entienden y están tácitamente de acuerdo con el sentido que yo le doy a la amistad. Desde mi infancia hasta hoy, pasando por el colegio, los barrios en donde viví, las universidades donde estudié, los trabajos que he tenido y las demás actividades coyunturales que me llevaron a encontrar personas que me han dado la mano SIEMPRE. Discúlpenme el cliché, pero es verídico: en las buenas y en las malas.
Pienso que uno de los pasos para hacer bien la tarea es ESCUCHAR al amigo. Valoro mucho y me siento honrado cuando un amigo acude a mí para contarme sus problemas, me siento confiable, útil. No importa si al final sale una frase de humor negro que estoy seguro que le hace bien a mi interlocutor. Un buen amigo me escribió en la tarjeta del regalo que me dio en mi pasado cumpleaños: “…para alguien que siempre está al tanto para hacernos sentir mejor cada día…” y desde esa noche me comprometí conmigo mismo a que ese sería uno de mis más importantes deberes en mi vida. Y lo hago no sólo porque me guste, sino porque mis amigos cercanos de miles de maneras, cada uno en su estilo, SIEMPRE han querido que yo esté feliz.
No se ustedes, pero algo invalorable para mí es sentirme predecible frente a un amigo. Sentir que me conoce, que sabe cuál será mi reacción frente a una situación. Ese: “…yo me imagino al hijueputa del Rodrigo…” y dice algo que a la fija fue o será así. Ahí encontramos otro de los pasos importantes para la tarea: TRANSPARENCIA.
He tenido diferencias con mucha gente cuando, a veces de manera exagerada, defiendo a un amigo de comentarios, actitudes y errores que todos tenemos. No me ha importado si lo hago en el anonimato, no me refiero a que lo hago de forma asolapada, no, al contrario, de frente y apasionadamente, me refiero a que con frecuencia el amigo en cuestión ni se da por enterado. Es aquí cuando aparece el paso más importante de la tarea: LEALTAD. Si bien lo dijo un hombre inteligente que conozco en una de esas buenas reuniones de bohemia a la que asistí: la virtud clave en el matrimonio es la verdad; yo complementaría afirmando que lo más importante en una amistad es la lealtad.
“LOS AMIGOS SON LOS HERMANOS QUE SE ESCOGEN”. Qué buena frase.
jueves, 14 de mayo de 2009
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